"No intentes cambiar tu pasado. Vive tu presente y edifica tu futuro con dicho pasado como cimiento." (E.)

viernes, 1 de junio de 2012

Compás.

En mi antigua calle vivía una chica. Se llamaba Níobe y supongo que nunca me había puesto a pensar qué procedencia podría tener ese nombre, aunque me resultaba curioso, pero ahora, me vino a la cabeza gracias a un cartel casual.
Níobe.
La gente siempre hablaba de ella. Y no decía cosas bonitas.
Recuerdo que vivía al final de la calle, donde solían vivir los parias y en donde estaba el kinder. Vivía sola con su madre porque a su padre se lo había llevado la pólvora.
Níobe era el nombre de una reina griega que estaba orgullosa de haberle dado a su marido catorce hijos de grandiosa belleza, pero que al final, envidiosa de la diosa Leto se convirtió en una estatua de piedra porque no pudo soportar el asesinato de sus hijos por parte de los dos hijos de la diosa.
La chica se llamaba Níobe. Vivía al final de la calle. Era una muchacha rubia y desgarbada. No cuidaba su aspecto. Usaba plataformas negras.
La gente siempre hablaba de ella. Y decía que tenía la enfermedad. Y decían que le venía de pincharse. Y decía que la aguja le había hecho el niño.
¿Por qué su madre le había puesto Níobe? No es por nada, pero de Polanco han salido pocos genios y han entrado pocos libros. Curioso es el hecho que la haya llamado así. 
Seguramente, pretendía un futuro mejor para su hija.
 Su hija, la rubia Níobe.

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