"No intentes cambiar tu pasado. Vive tu presente y edifica tu futuro con dicho pasado como cimiento." (E.)

miércoles, 8 de febrero de 2012

Ellas.

¿Nunca te ha pasado eso de irte alejando de la orilla cuando estás en la playa? ¿Y que cada vez sientes que te alejas más y más y te empiezas a angustiar? ¿No? Vale. Ponte en situación: estás bañándote en la playa; es verano, por supuesto. Tienes todas tus cosas en la arena y las vigilas. Te relajas en el agua y te dejas flotar. Pero, ¡bam!, una corriente aparece y te aparta de la orilla. Te asustas, te angustias, pero no haces nada. Sabes que la inmensidad del mar te puede tragar, pero no haces nada. Y, de repente, figúrate, aparece un flotador. Te abrazas a él, es tu seguro de vida en estos momentos, y no lo sueltas. Malo. Es un flotador simplemente, sabes que estás bien, pero no sabes hasta cuando; a los flotadores se les acaba el aire. Entonces ahora estás en una especie de limbo: no quieres o no puedes o no sabes como ir de nuevo hacia la orilla y dependes únicamente de tu flotador. No te mueves, no piensas, no nada(s). Sólo quieres a tu flotador. Lo quieres tanto que, si siguieras abrazándolo, acabará explotando.
¡Boom!

Y yo me quedo aquí, en el limbo del mar.

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