Nosotros, como Homo sapiens sapiens, somos susceptibles a las enfermedades, a las adversidades en sí, pero siempre se nos olvida que hay una fuerza que siempre siempre siempre nos domina y que no es otra más que la ilógica y placentera fuerza del amor. Porque, al fin y al cabo, todos aman, ¿o no?
¡Nos volvemos locos por amor! Y no lo podemos evitar; es tan fuerte como la fuerza con la que se atraen el Sol y la Tierra. Y lo sabemos, sabemos que siendo el amor el que nos controla, sufriremos. Tarde o temprano.
Y de verdad, esto es obviamente la vida, señores, pero el escuchar el desconsolado llanto de alguien que ama es una de las sensaciones más horribles que puede haber. Y lo peor es cuando sabes que no puedes hacer nada para hacer que deje de llorar, porque no eres tú el que sufre.Porque no eres tú nadie como para decirle que no vale la pena. Porque por mucho que quieras, sabes que está sola.
Amaba.
Amaba.
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