Confesar que lo que más te gusta es su cuello. Sí, eso. Hablar en un autobús (que te saca dos grados en media hora) de lo que te encanta de él mientras te muerdes el labio recordando y sonriendo.
"Hasta llegar a tu ombligo de tu oreja
y recitarte un poquito de cosquillas" (8)
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